西語閱讀:《一千零一夜》連載30
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來源:網絡
2020-09-07 02:38
編輯: 歐風網校
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摘要:
西語閱讀:《一千零一夜》連載30
PERO CUANDO LLEGó LA 341 NOCHE
Ella dijo:
... y emprendió de nuevo con sus acompa antes el camino de la Ciudad de Bronce.
Anduvieron uno, dos, y tres días, hasta la tarde del tercero. Entonces vieron destacarse a los rayos del rojo, sol poniente, erguida sobre un alto pedestal, una silueta de jinete inmó-vil que blandía una lanza de larga punta, semejante a una llama incan-descente del mismo color que el as-tro que ardía en el horizonte. Cuando estuvieron muy cerca de aquella aparición, advirtieron que el jinete, y su caballo, y el pedestal eran de bronce, y que en el palo de la lanza, por el sitio que iluminaban aún los postreros rayos del astro, aparecían grabadas en caracteres de fuego estas palabras:
Audaces viajeros que pudisteis lle-gar hasta las tierras vedadas, ya no sabréis volver sobre vuestros pasos!
Si os es desconocido el camino de la ciudad movedme sobre mi pedestal con la fuerza de vuestros brazos, y di-rigíos hacia donde yo vuelva el rostro cuando quede otra vez quieto!
Entonces el emir Muza se acercó al jinete y le empujó con la mano. Y súbito, con la rapidez del relám-pago, el jinete giró sobre sí mismo y se paró volviendo el rostro en di-rección completamente opuesta a la que habían seguido los viajeros. Y el jeique Abdossamad hubo de re-conocer que, efectivamente, habíase equivocado y que la nueva ruta era la verdadera.
Al punto volvió sobre sus pasos la caravana, emprendiendo el nuevo ca-mino, y de esta suerte prosiguió el viaje durante dias y días, hasta que una noche llegó ante una columna de piedra negra, a la cual estaba en-cadenado un ser extra o del que no se veía más que medio cuerpo, pues el otro medio aparecía enterrado en el suelo. Aquel busto que surgía de la tierra, diríase un engendro mons-truoso arrojado allí por la fuerza de las potencias infernales. Era negro y corpulento como el tronco de una palmera vieja, seca y desprovista de sus palmas. Tenía dos enormes alas negras, y cuatro manos, dos de las cuales semejaban garras de leones. En su cráneo espantoso se agitaba de un modo salvaje una cabellera erizada de crines ásperas, como la cola de un asno silvestre. En las cuencas de sus ojos llameaban dos pupilas rojas, y en la frente, que tenía dobles cuernos de buey, apare-cía el agujero de un solo ojo que abríase inmóvil y fijo, lanzando igua-les resplandores verdes que la mira-da de tigres y panteras.
Al ver a los viajeros, el busto agitó los brazos dando gritos espantosos, y haciendo movimientos desespera-dos como para romper las cadenas que le sujetaban a la columna negra. Y asaltada por un terror extremado, la caravana se detuvo allí, sin alien-tos para avanzar ni retroceder.
Entonces se encaró el emir Muza con el jeique Abdossamad y le pre-guntó: “ Puedes oh venerable! de-cirnos que significa esto?” El jeique contestó: “ Por Alah, oh emir! que esto supera a mi entendimiento!” Y dijo el emir Muza: “ Aproxímate, pues, más a él, e interrógale! Acaso él mismo nos lo aclare!” Y el jeique Abdossamad no quiso mostrar la menor vacilación, y se acercó al monstruo, gritándole: “ En el nom-bre del Due o que tiene en su mano los imperios de lo Visible y de lo Invisible, te conjuro a que me res-pondas! Dime, quién eres, desde cuándo estás ahí y por qué sufres un castigo tan extra o!”
Entonces ladró el busto. Y he aquí las palabras que entendieron luego el, emir Muza, el jeique Abdossamad y sus acompa antes:
“Soy un efrit de la posteridad de Eblis, padre de los genn. Me llamo Daesch ben-Alaemasch, y estoy en-cadenado aquí por la Fuerza Invisi-ble hasta la consumación de los si-glos.